lunes, 15 de octubre de 2012

SU POEMA, SU RECUERDO

   Sólo le quedaba caminar, acompañado por una suave brisa que acariciaba su rostro. Las farolas, cual candilejas, alumbraban aquellas calles empedradas testigos inmóviles de otros tantos que, como él, habrían pasado por allí, tantas historias recorridas hasta su destino o en su busca. Él, con su mano apretada, como si tuviese miedo de que alguna sombra acechante le quitase aquella hoja arrugada que ella, de manera torpe, le habia escrito antes que esa maldita ingrata y traidora muerte decidiese que tenía que llevársela.
  Se sentó en un banco al lado de un árbol, iluminado por la luz tenue de una farola, abrió su mano y, desarrugando el papel, lo leyó de nuevo:

             No quiero ser ojos para tus lágrimas
             ni boca para tus palabras
             ni el aire que respiras
             ni la flor que hueles
             ni siquiera ese sueño
             del que no quieres despertar.
            Quiero ser tuya, solamente
            sentir tus brazos envolviéndome
            tus labios quemando los míos
            tu cuerpo temblando, tan pegado al mío
            que el palpitar de nuestros corazones sea unísono
           ¿Qué es amar?, me habia preguntado tantas veces
            AMAR es desgarrar el alma
            sentir el cielo sin tocarlo
            quemarte en las llamas del infierno
            sin bajar a él.

  Nuevamente las lágrimas surcaban su rostro, pero las respuestas seguían sin aparecer.    

miércoles, 10 de octubre de 2012

EL CLIMAX Y EL MAR

    Allí, sentada frente al mar, inmersa en mis pensamientos, sentía cómo el mar con su ruidoso caminar queria robarme mi tranquilidad. Insistió e insistió hasta conseguir que en uno de sus arrebatos, mi mente perdiera su equilibrio y, dominándome, me hizo presa de su sentir.
   Su azul intenso me envolvió y con sus olas me abrazó, era todo intenso, una fuerza indescriptible, me hacía sentir la libertad, pero me estaba engañando, quería con sus arrumacos llevarme con él.
  Por un momento sentí el climax, me llevó a lo más alto. Mi cuerpo y mi alma eran parte de él, era sublime, un sentimiento incontrolable, en la que cada una de mis terminaciones nerviosas sentía descargas constantes, mis piernas, mis brazos, mis pechos, mi espalda, toda yo era acariciada de una manera agreste pero a la vez deseosa de que no llegara a su fin. Perdí la noción del tiempo.
   La lucidez apareció y me mostró la arena al fondo, fue un momento de tristeza, por tener que dejar de sentir. Luché, pero era un imposible, pensé dejarme llevar y así lo hice.
  ¿Qué hacía allí? - me pregunté; tendida sobre la cálida arena de una playa desierta, el sol me decía que estaba anocheciendo, dándole paso a aquella majestuosa luna que iba a protagonizar aquella velada.
   Sentí de repente un frío tan gélido que mis huesos parecían haberse congelado y hacía que permaneciese inmóvil, parecia pegada a la tierra. Transcurridos unos minutos, segundos o quizas horas pude incorporarme, quedé sentada mirando la quietud de aquel gigante azul que se tornaba  negro y que, unas horas antes, me habia hecho suya.
  Ya en pie, caminé por la orilla, dejándome acariciar por su calidez. No tenía miedo, pues no me habia querido llevar con él, nada ni nadie me habia trasladado al abismo con esa intensidad.


  Ahora, después de muchos años, recuerdo con nostalgia aquel día, reviviendo cada momento en mi mente pero sin llegar a aquel punto álgido que sólo ocurre una vez y que, por mucho que lo intentes, nunca será igual.




    Quizás sea un poco torpe, pero llevo mucho tiempo sin escribir y hoy sentía deseos de hacerlo. Espero que os guste un poquito.