lunes, 15 de octubre de 2012

SU POEMA, SU RECUERDO

   Sólo le quedaba caminar, acompañado por una suave brisa que acariciaba su rostro. Las farolas, cual candilejas, alumbraban aquellas calles empedradas testigos inmóviles de otros tantos que, como él, habrían pasado por allí, tantas historias recorridas hasta su destino o en su busca. Él, con su mano apretada, como si tuviese miedo de que alguna sombra acechante le quitase aquella hoja arrugada que ella, de manera torpe, le habia escrito antes que esa maldita ingrata y traidora muerte decidiese que tenía que llevársela.
  Se sentó en un banco al lado de un árbol, iluminado por la luz tenue de una farola, abrió su mano y, desarrugando el papel, lo leyó de nuevo:

             No quiero ser ojos para tus lágrimas
             ni boca para tus palabras
             ni el aire que respiras
             ni la flor que hueles
             ni siquiera ese sueño
             del que no quieres despertar.
            Quiero ser tuya, solamente
            sentir tus brazos envolviéndome
            tus labios quemando los míos
            tu cuerpo temblando, tan pegado al mío
            que el palpitar de nuestros corazones sea unísono
           ¿Qué es amar?, me habia preguntado tantas veces
            AMAR es desgarrar el alma
            sentir el cielo sin tocarlo
            quemarte en las llamas del infierno
            sin bajar a él.

  Nuevamente las lágrimas surcaban su rostro, pero las respuestas seguían sin aparecer.    

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